He de confesar que estoy preocupado. Llevo ya unos cuantos meses en los que no me sorprende ningún producto tecnológico. Me pregunto si soy yo, que debido a tanto examen no estoy muy receptivo (y por eso desgraciadamente no puedo dedicarle mucho al blog) o es que realmente no hay nada nuevo. Creo que el último "gadget" que me dejó sin palabras fue el iPhone y desde entonces no veo más que remodelaciones de lo mismo o adiciones de cristales de Swarovsky a todo tipo de productos.
Lo que sí que está claro es que la tecnología ha llegado a todos los estratos sociales, y por tanto, comienza a haber una necesidad de diferenciación y exclusividad. Antes, por ejemplo, el mero hecho de tener un teléfono móvil era un símbolo de estatus, pero hoy es como salir de casa con la cartera. Hay gente que se pregunta: si conduzco un Bentley y tengo una casa en Saint Tropez ¿por qué he de tener un teléfono que puede comprar cualquier chaval por 600€? Por eso surgen productos como el Vertu que vemos en la imagen inferior no es más que un Nokia de la gama 88XX revestido de metales preciosos y un cristal de zafiro, eso sí, con un botón que tras pulsarlo tenemos un asistente personal que promete conseguirnos cualquier cosa en 24 horas.
Pese a que el mercado de la I+D no va a perder su importancia en un sector tan puntero, sí que vamos a asistir al nacimiento de muchas compañías, que utilizando tecnologías existentes y sin realmente inventar nada, van a centrarse en mercados específicos (adolescentes, madres, ejecutivos, millonarios) y van a proporcionarles productos adaptados a sus necesidades y a su vez con distintos grados de exclusividad, para poder diferenciarse del resto. Porque, seamos sinceros, todos tenemos un punto de necesidad de diferenciación y nos gusta atraer las miradas aunque solamente sea por un segundo.